Estos días se cumplen dos años desde que, durante la fiestas de León, una gata se nos acopló en la calle. Venía toda esquelética, canija y mimosa, con costumbres de casera refinada.
Poco después ya tenía una barriga considerable, demasiado rápida incluso para la ingente cantidad de comida que zampaba; a las 8 o 9 semanas de llegar paría 5 joyas peludas en mi cama.
Gracias por venir, Quimera.
¡Qué chula!
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